El fenómeno de la gentrificación ya no se da solo en las grandes ciudades, sino también en poblaciones más pequeños, pero proclives al turismo. El número de apartamentos y pisos dedicados a esta actividad ha aumentado exponencialmente en la última década, al comprobar los arrendadores que este sistema les hacía ganar mucho más dinero que un alquiler habitual. Si a esto le sumamos que la mayoría de viviendas en el centro de las ciudades están en manos de grupos de inversión y fondos que controlan los precios, se acaba dando la tormenta perfecta. El problema de no encontrar un alquiler asequible no es nuevo, pero ha llegado en estos últimos años a un punto insostenible. No es de extrañar que incluso el Gobierno de España haya tomado cartas en el asunto para limitar el precio de los mismos, en busca de ofrecer alternativas a los jóvenes, y no tan jóvenes. Cuando comprar una casa se hace imposible por los altos precios, y el alquiler también está por las nubes, ¿qué nos queda?
En muchas ocasiones, los jóvenes, estudiantes y familias más humildes no ven más solución que buscar un piso pequeño en un barrio del extrarradio. Son zonas más asequibles, pero también más peligrosas, menos cómodas para el trasporte público, alejadas de las zonas “nobles” de las ciudades. En muchos países, estos barrios acaban convertidos en guetos, donde normalmente solo viven las familias más humildes, inmigrantes llegados de forma ilegal, etc… Vivir en un barrio como este puede llegar a ser una auténtica odisea, por todo lo que comporta ese pluralismo, esos pocos servicios públicos alrededor. En muchos casos el menudeo de droga en estas avenidas es constante. Y no es que se consuma aquí, pero sí que se viene desde otras zonas de la ciudad a buscarla. Lo mismo ocurre con la prostitución, concentrada en los llamados barrios rojos, para evitar que se expanda por toda la ciudad. Es algo que se lleva haciendo desde hace siglos, con la connivencia incluso de las autoridades, ya que consideran que es imposible acabar con el trabajo sexual, pero es más factible ocultarlo. ¿Se puede vivir tranquilamente en un barrio lleno de prostitución? Hoy vamos a comprobarlo en este artículo.
Qué son los barrios rojos
Aunque la descripción puede cambiar de un país a otro, lo habitual es considerar al barrio rojo como una zona donde se concentra la prostitución de una ciudad. Suelen ser calles amplias, incluso avenidas, cerca de parques, en zonas concurridas pero no tan céntricas, aunque esto depende del lugar. El Barrio Rojo más famoso del mundo, que está en Amsterdam, es de hecho el barrio más antiguo de toda la ciudad, el que dio origen a ese núcleo de población. Los barrios rojos están marcados como aquellos en los que se llevan a cabo servicios sexuales, incluso podemos encontrar prostíbulos y burdeles, allí donde son legales. Sin embargo, son barrios normales y corrientes, a veces más humildes, otras incluso con cierto abolengo histórico. Hay comercios y también viviendas, a precios más asequibles, eso sí, lo que hace que también las prostitutas encuentren más fácil quedarse en este lugar.
En ocasiones, estos “barrios” se reducen solo a un par de calles, en ciudades que no son tan grandes. No es que vayamos a encontrarnos a cientos de prostitutas buscando clientes por las esquinas, aunque también ocurre en ciertas ciudades. La policía conoce a la perfección dónde se ubican estas trabajadoras y hay una especie de pacto de silencio sobre su oficio siempre que no salgan de la zona acotada. Es como si se les permitiera llevar a cabo sus servicios solo en según qué calles o esquinas, conocidas por todos, para intentar arrinconar este oficio a esa zona. Para la mayoría de transeúntes aquello es solo zona de paso, pero también hay mucha gente que debe convivir día a día con esta situación, y no resulta precisamente fácil.
Prostitución, delincuencia y otros problemas
Hemos de enfocar esta situación siendo lo más objetivos posibles, sin entrar en sesgos ni prejuicios. Todos los informes policiales y estudios aseguran que las zonas donde se da la prostitución suelen ser también caldo de cultivo para la delincuencia y otros problemas derivados. Al menos hasta estos últimos años, la prostitución atraía no solo a clientes deseoso de pasar un buen rato con una chica, sino también proxenetas, criminales peligrosos en busca de una porción del dinero de las chicas. Algunas de estas mujeres, de hecho, se prostituían para poder pagar deudas con estos criminales, o para disponer de droga que ellos mismos les surtían. Esto provoca un clima irrespirable en este entorno en muchas ocasiones, ya que las familias deben enfrentarse a situaciones peligrosas.
Sin embargo, los datos también nos confirman que los robos y agresiones en estos barrios rojos no repuntan tanto como uno podría imaginar. De hecho, van muy parejos a otras zonas de la ciudad, e incluso en ocasiones son menores. En los últimos tiempos, muchas mujeres están abandonando las calles gracias a Internet, una herramienta que les permite encontrar clientes de forma más segura y discreta. Esto ha provocado que los barrios rojos ahora sean mucho menos explícitos y ya no se vean a tantas mujeres haciendo la calle. Se quedan en los pisos de alquiler que tienen, y aunque el trasiego de clientes es constante, lo cierto es que es mucho menos problemático para todos que salir a la esquina o a la plaza. ¿Hay más delincuencia y problemas en los barrios rojos? Dependerá de la ciudad y de la zona del propio barrio donde vivamos.
Zonas más humildes pero seguras
No es extraño encontrar, cada cierto tiempo, noticias en los periódicos acerca de grupos de vecinos que se quejan sobre la prostitución en sus barrios. En ciudades como Barcelona o Sevilla, algunos de los barrios con más solera han sido “invadidos” por prostitutas que buscan clientes también entre los turistas que por aquí pasean. La mayoría se quejan de la “poca decencia” que estas mujeres tienen a la hora de ofrecer sus servicios, pero en realidad, sus quejas nunca van mucho más allá. La delincuencia ya no va ligada a este tipo de oficio, y se da en cualquier barrio, incluso más en aquellos donde no hay prostíbulos o casas de citas. Son zonas humildes, pero por lo general, al menos en España, suelen ser seguras.
Esto, como ya decimos, es muy diferente en otros países. En Alemania, los barrios rojos están totalmente legalizados al estar regulada la prostitución. Es un paso adelante que ha permitido, al menos poco a poco, ir incluyendo a estas trabajadoras en la vida cotidiana de las ciudades. La sociedad todavía sigue mirando con malos ojos este trabajo que de hecho, muchos quieren abolir. Sin embargo, en su mayoría estas chicas solo buscan una alternativa para sobrevivir, en un momento en el que el mercado laboral está imposible. Comenzábamos hablando de los precios de alquiler, y en ocasiones, estas chicas solo pueden pagarse una habitación en una zona de este tipo gracias a sus servicios. Es la pescadilla que se muerde la cola, y siempre apuntamos al problema, pero pocas veces buscamos su origen.