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Mercado inmobiliario

Pisos de acompañantes: un problema para muchos vecinos

Redactado por: Johan Mujica
Fecha de publicación: septiembre 6, 2021

En los últimos años, los pisos donde se llevan a cabo actividades que en nuestro país son ilegales, como la prostitución o el tráfico de drogas, están multiplicándose, especialmente en las grandes ciudades. La alta tasa de desempleo, las escasas oportunidades que ofrece el mercado laboral, hace que muchas personas opten por este tipo de actividades ilegales para ganarse la vida. Y lo hacen un piso que habitualmente está alquilado a su propietario, aunque este no tiene por qué conocer dichas actividades ilícitas. Si bien el tema de las drogas suele ser mucho más discreto, por las evidentes consecuencias que estas personas pueden sufrir, en lo que a pisos de citas se refiere no hay tanto misterio. De hecho, no hay más que darse una vuelta por algunas páginas web para encontrar multitud de anuncios donde la chica ofrece sus servicios e incluso deja una dirección. En otros casos, para salvaguardar la intimidad, solo deja el número de teléfono.

Sea como fuere, cada vez son las más las casas de citas que se “abren” en nuestro país, una situación que ya es de por sí preocupante, porque muestra la debilidad de nuestro mercado laboral y las condiciones a las que muchas personas, la mayoría mujeres, deben entregarse para poder subsistir. Pero este tipo de pisos de acompañantes también tienen un daño colateral bastante evidente: el de las molestias a los vecinos. Incluso aquellos pisos donde solo vive una chic tranquila que ejerce sus servicios de la forma más discreta posible, las molestias pueden generar problemas en el bloque. Y eso es algo que muchos no están dispuestos a permitir, más cuando se trata de una actividad ilegal. Es un problema que, desde luego, no tiene fácil solución, ya que la mayoría de chicas simplemente suben hombres a casa, pero nadie puede demostrar que estén cobrando por satisfacerles, aun cuando lleguen varios diferentes en un solo día. ¿Cómo se demuestra eso? ¿Cómo se puede solucionar este problema que cada vez afecta a más y más gente?

Los pisos de acompañantes en España

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Dada la dificultad por conocer cuántas mujeres ejercen la prostitución en nuestro país, y el hecho de que no todas lo hacen por su cuenta, sino que acuden a hoteles o pisos privados de los clientes, es imposible determinar la cantidad de pisos de acompañantes en España. Sin embargo, lo que sí es evidente es que cada vez son más las mujeres que se aventuran a este tipo de negocios, alquilando un piso en una ciudad cualquiera y trayendo allí a sus clientes. Esto lo hacen, en la mayoría de ocasiones, a espaldas del propietario de la vivienda, para que no ponga pelas. En caso de que el arrendador conozca el tipo de negocio que la chica se trae entre manos, seguramente pueda permitirlo a cambio de un porcentaje de sus ingresos. En la mayoría de casos son los vecinos los que alertan a los propietarios, al ver demasiado tránsito de personas a horas intempestivas, y sufrir molestas varias.

Cómo afecta al día a día de los vecinos

Como se suele decir, cada uno hace en su casa lo que le da la gana. Pero en una comunidad de vecinos, donde tenemos a familias y otras personas viviendo justo pared con pared, existen ciertas cosas que no deberíamos hacer. Por respeto a la salud de los demás, a su tranquilidad y a su descanso. Por ejemplo, está prohibido hacer ruidos demasiado fuertes o poner música muy alta durante la madrugada. Como también lo está perturbar el descanso de los demás inquilinos o hacer uso inadecuado de las zonas comunes, como la piscina, el jardín o la entrada. ¿En qué afecta a una comunidad de vecinos el tener un piso de citas dentro del bloque? Pues para empezar, la molestia que supone tener a gente entrando y saliendo todo el día, llamando al telefonillo por la noche, utilizando el ascensor o incluso dando portazos al salir o entrar. Y eso son los clientes tranquilos.

Sin generalizar, muchas de las chicas que se dedican a la prostitución en nuestro país son mujeres extranjeras en una situación de especial vulnerabilidad. Esto las hace necesitar desesperadamente los ingresos que obtienen ofreciendo sus servicios sexuales, pero también las sume en una situación complicada. No  es extraño que estas chicas también consuman drogas o tengan cierta actitud conflictiva con respecto a sus clientes. Ya sea por defenderse de sus abusos, o simplemente por querer cobrar lo apalabrado, las riñas y broncas son habituales entre escorts y clientes. Y esto también es una molestia importante para el vecindario. Por no hablar de la posible insalubridad de ese piso por el que pasan tantas personas al día, o por la propia inseguridad de toparte con un cliente poco amistoso en las escaleras o el portal, por ejemplo… Es una situación que ninguna comunidad de vecinos desea tener, pero no es precisamente fácil de solucionar.

¿Un problema sin solución?

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Aunque sepamos que la chica de arriba está ejerciendo como prostituta, al ver cómo los clientes entran y salen a todas horas del día. Aunque escuchemos gritos y peleas, e incluso nos sintamos intimidados de utilizar las zonas comunes, por la presencia de alguno de estos clientes. Es poco lo que podemos hacer, realmente, contra este tipo de pisos de acompañantes, por una razón muy sencilla: es algo que se lleva a cabo en una vivienda particular. Si estamos seguros de que la chica es prostituta, algo que es difícilmente demostrable con pruebas, podemos poner en conocimiento de su arrendador lo que está ocurriendo, en el caso de que este no lo supiera. Todos estos trámites se deben llevar a cabo a través de un burofax, para que quede plena constancia oficial de todo este requerimiento.

En el caso de que el propietario conozca la actividad que se lleva a cabo en su vivienda y decida no tomar cartas en el asunto, la propia comunidad de vecinos puede exigirle una acción de cesación de dicha actividad, también a través de burofax. Si no lo hiciera, lo mejor es poner el tema en manos de los abogados, para que estudien cuál es la mejor alternativa posible. La acción de cesación es la mejor arma con la que se cuenta para poder “echar” a un inquilino que esté dando problemas en un bloque. Eso sí, no bastará con lanzar ese burofax, sino que habrá que probar que la actividad, efectivamente, altera el orden y el descanso de los vecinos. Esto, como podrás imaginar, no es precisamente sencillo, sobre todo cuando el propietario y la chica en cuestión ya están avisados de que los vecinos les están vigilando.