Mercado inmobiliario

Comprar o alquilar viviendas. Misión imposible para los jóvenes.

Redactado por: Johan Mujica
Fecha de publicación: diciembre 18, 2018

Desde mediados de los 90 hasta 2007, España vivió en una burbuja inmobiliaria. Los precios de las casas aumentaron muy por encima de la renta y del IPC, todo el mundo estaba dispuesto a comprar una vivienda y todos los propietarios dispuestos en venderla.
La falta de suelo donde construir, las ventajas fiscales concedidas para la adquisición de los inmuebles, la llegada de grandes masas de inmigrantes, la especulación y el exceso de crédito, dispararon los precios muy por encima de su valor real.
Pero todo el mundo quería ser propietario de una vivienda, dúplex o chalet. Los bancos abrieron mucho la mano concediendo plazos de amortización de hasta de cuarenta años para pagar, concedían créditos que cubrían el 100% del valor de tasación y todos los gastos de constitución de la hipoteca.
Pero estalló la crisis de 2008, el desempleo se disparó alarmantemente, muchas empresas quebraron, los trabajadores en paro no pudieron hacer frente al pago de las cuotas, la morosidad bancaria alcanzó límites desconocidos, muchas entidades bancarias tuvieron que ser rescatadas y los desahucios dejaron en la calle a decenas de miles de familias.
La burbuja había estallado dolorosamente. El mercado hipotecario había sufrido un infarto por exceso de peso y el enfermo, una vez salido de la UCI, debía ser puesto a dieta espartana.
Los bancos ya no conceden hipotecas que cubran más allá del 70 u 80% del valor de tasación. El cliente debe disponer de capital para afrontar los gastos derivados de las operaciones hipotecarias. Entre una cosa y otra, a partir de entonces, si quieres tener tu casa ahorra primero alrededor del 30% de su valor.

Pero ¿qué joven mileurista dispone de esas cantidades para la entrada de una vivienda? Estamos hablando del sueldo bruto de, como mínimo, cuatro años de trabajo.
La solución es acudir al mercado de alquiler. Pero, de la misma forma que el mercado inmobiliario en propiedad vivió en una burbuja hasta que estalló, el del alquiler está sufriendo unas tensiones inflacionistas insoportables. Los precios se han disparado. Por espacio de 50 metros cuadrados se están pidiendo entre 500 y 600 euros en muchas grandes ciudades.
Además, los propietarios exigen garantías y la firma de avalistas y la entrega de hasta tres meses en depósito.
Sin acceso al crédito hipotecario, sin posibilidades económicas para alquilar, muchos jóvenes optan por seguir viviendo bajo el techo de sus padres, o buscan compartir piso con uno o más inquilinos para poder permitirse con su sueldo afrontar los pagos de vivir de alquiler.

Bajos salarios y precariedad laboral

Temporalidad y empleos a tiempo parcial, largas jornadas de trabajo y sueldos de mileurista. Este es el panorama al que se enfrentan los jóvenes españoles en la actualidad.
El empleo se ha ido recuperando desde los peores años de la crisis, pero lo ha hecho a base de bajos sueldos y contratos de poca duración. Aun así, eso ha permitido a cientos de miles de jóvenes tener acceso al mercado de trabajo y lograr sus primeros meses o años como cotizantes a la seguridad social y adquirir esa experiencia laboral tan apreciada a la hora de ser contratados.
El retrato robot que dibuja a estos mileuristas son la de personas jóvenes, con estudios superiores, más mujeres que hombres, trabajando a tiempo parcial con contratos temporales, empleados en la hostelería y desempeñando tareas que requieren de poca cualificación.
Con estos sueldos bajos y con contratos parciales, no son las mejores referencias para que los propietarios de viviendas les alquilen un piso, habida cuenta de que la demanda supera con mucho a la oferta y que los dueños de los pisos no solo tienen mucho donde elegir, sino que, en muchas ocasiones, subastan los contratos de alquiler entre los que están dispuestos a pagar el precio más alto y cuentan con mayor solvencia financiera.

El disparatado precio de la vivienda en España

En las grandes ciudades españolas como Madrid o Barcelona, los precios de los alquileres han pasado de 600 ó 700 euros a los 900.
Con la tasa de empleo juvenil superando el 36%, los sueldos bajos y los contratos temporales, en este año 2018 se calcula que solo el 5% de los jóvenes entre 18 y 24 años han logrado alquilar una vivienda.
Pero ¿cuáles son los factores que más están influyendo en que se haya disparado el precio del alquiler en España?

Aumento de la demanda:

En los últimos diez años, los españoles que vivían de alquiler han pasado del 6% al 21% en esta década. Cuanta más demanda, mayores son los precios.
Desempleo y precariedad laboral:
Éste es un triángulo tan diabólico como el de las Bermudas: baja el desempleo, aumentan los contratos temporales y disminuyen los salarios.
Fijémonos que, un factor tan positivo como la bajada del paro, tiene un efecto negativo a la hora de alquilar. Circulando más dinero, los especuladores huelen la sangre y suben los precios.
Aumentan las trabas para comprar vivienda:
La crisis ha hecho descender los ingresos medios por personas, trayendo como consecuencia que sea más difícil el acceso a la hipoteca.
Escasez de nuevas viviendas
Actualmente se construyen 11 viviendas nuevas por cada 250 hogares.
Crece el precio del alquiler turístico
España es un país turístico: cualquier gran ciudad española posee alguna playa maravillosa, grandes fiestas o ferias, monumentos a los que visitar o una gastronomía de la que disfrutar. Como está de moda enfocar el alquiler de la vivienda para turistas de paso que están dispuestos a pagar por siete o diez días lo que el propietario cobraría por un mes entero, esto tiene un efecto arrastre y ya nadie quiere cobrar menos que el vecino listillo del tercero que alquila su apartamento a los guiris.

Compartir piso, algo cada vez más común entre los jóvenes

Si no puedes comprar tu casa porque los precios son prohibitivos, te exigen afrontar unos gastos del 30% pero estás tieso de ahorros y no quieres o no puedes volver con tus padres, la única salida que les queda a los jóvenes es compartir piso.
Aunque cada vez está creciendo más el tramo de edad entre las personas que están dispuestas a vivir con desconocidos con tal de pagar menos por vivir bajo techo, el rango de jóvenes que comparten piso sigue siendo el más alto.
La precariedad laboral, los salarios reducidos, la movilidad de las personas que se trasladan de una ciudad a otra buscando un empleo, los estudiantes que se van a vivir a los centros urbanos donde cursan sus carreras, ha empujado a muchos jóvenes a la necesidad de buscarse compañeros con los que compartir la vivienda y reducir los costes de la estancia.
No es la solución ideal. Cuando se vive en piso compartido, la única ventaja evidente es la de pagar menos por vivir bajo techo. En muchas ocasiones, hay que renunciar a la libertad de vivir a tus anchas. Nos podemos encontrar con personas desagradables, con malos olores o gente desordenada o con descuidados hábitos higiénicos.
Lo ideal sería el respeto por unas mínimas reglas de convivencia y el reparto de las tareas. Pero eso no suele ir incluido en el precio.

Ayudas para jóvenes para comprar y alquilar vivienda

A principios de este año, el Gobierno aprobó el Plan Estatal de Vivienda. Sus objetivos son facilitar el acceso de viviendas para los jóvenes.
Para ello, el Plan establece una ayuda para la compra de hasta 10.800, si no eres mayor de 35 años, y está destinado a cubrir el 20% del valor de tasación.
Para ello, la propiedad debe ser tu residencial habitual y permanente durante al menos 5 años. Si no lo haces, deberás devolver el dinero con los intereses correspondientes.
En cuanto a las cantidades destinadas para ayudar al pago del alquiler pueden llegar a cubrir hasta el 50% del precio del alquiler hasta los 600 euros, o 900 euros en aquellas grandes ciudades en que el precio de los arrendamientos más se ha disparado en los últimos años.
El mercado inmobiliario se ha puesto muy difícil para los jóvenes, tanto si es para comprar como si lo que buscas es alquilar un pisito. Los salarios bajos, la precariedad laboral y las condiciones leoninas, está haciendo que el personal se desanime y vuelva con sus padres o que se arriesgue a convivir con compañeros molestos con tal de tener una habitación donde estudiar o dormir y una cocina y un baño con la que compartir. Esperemos que el paso del tiempo, una vez más lo cure todo y volvamos a una época de prosperidad en donde nadie vuelva a temer el hecho de poder tener su propia vivienda a un precio justo.